música

16 jun 2010

Un yankee en el humilde trono nacional


Desde que Sebastián Piñera inauguro su campaña para postular a la presidencia, me di cuenta de variadas actitudes típicas de él y su tradición empresarial. Algo que había hecho con antelación como en la época del “Mapocho navegable” mismo lugar en el cual se subió en una balsa para recolectar lulos de mierda; la diferencia es que ahora lo acompañan sus amigos como Joaquín Lavín con su “botón de pánico” y su playa en medio de Santiago, o el mismísimo Rabinet que censuro la llegada de Iron Maiden al país en 1992 por una supuesta junta de vecinos de la comuna de Santiago. Los jueguitos de millonarios brindados para entretener y distraer a los humildes ante sus problemas diarios.

Actitudes como las que relato son típicas de los tejanos a la antigua o la gente que quiere llamar la atención sin muchos argumentos o capacidades para la motivación de la ciudadanía. Un empresario que ha vivido toda su vida dándole empleos a gente de clase media, con dejos de patrón de fundo, creo que no puede pedir que esa misma clase sometida lo vea desde una semejante altura de posibilidades adquisitivas, y pienso que es una de las circunstancias que le han regurgitado toda su vida frente a su rostro y sobretodo ahora que es el presidente de la república. No cualquier jefe tiene un helicóptero privado y la capacidad de comprar gran parte de Chiloé, si es que no toda la isla. Yo aún me pregunto sobre las barreras y divisiones sociales de mi país.

La figura de Tatán en estos momentos me recuerda algo a la blanca cabellera de George W. Bush. Quizás sea por la apariencia de tejano multimillonario y esas ridículas decisiones de chaquetas rojas, de bailes exóticos, de volar sobre sus carísimas propiedades por Chile y el mundo, bailar reggaetón y danzas exóticas, esos partidos de fútbol motivando la celebración de yo no sé qué cosa, sin olvidar el cambio de su figura para verse más joven y galán ante un país que vive en un margen inundado de encrucijadas, problemas y discusiones de un progreso irreal.

Creo que el presidente de Chile no sería tan intransigente como lo fue el de los Estados Unidos, en sus relaciones internacionales, quién se dedicaba a crear guerras inexistentes con el resultado de haber aniquilado la vida de personas inocentes, que vivían pacíficamente sin otra intensión que la de alimentar a sus familias venideras. Pero dentro de lo que es el populismo reinante y los discursos que en realidad sólo exhiben el entusiasmo de seres ególatras, hostigados dentro de los márgenes de la envidia de las masas sin oportunidades, podrían llegar a ser dos políticos muy parecidos e insensatos.

En un pequeño recordatorio público de ambos mandatarios puedo recordar a Bush insultando a las cámaras y al pueblo mundial (levantando el dedo del medio) previo a las grabaciones de televisión de un discurso nacional o la lectura de un libro patas para arriba en un colegio de enseñanza básica mientras eran destruidas las torres gemelas. Por otro lado, se instala últimamente en la conciencia de los chilenos la popular frase equívoca de Piñera refiriéndose al maremoto y precisándolo como marepoto, sin intervenir en sus bailes de Thriller en el programa disuelto de canal 13 "el hormiguero".

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