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16 jun 2010

Picho: el perro de Chile

 
Nadie tiene muy clara su edad ni el lugar del cual proviene, sólo sabemos que el Picho es el favorito de los más grandes y chicos. No siempre fue igual; se dice que antiguamente era un perro callejero, como cualquier otro de su clase. El Picho tenía claro que la gloria no le caería de los cielos, entendía que debía luchar duramente para obtenerla.

Mi primer encuentro con él, fue en mi pasaje, cuando tenía escasos años. El a diario trataba de morderme los tobillos. Esto me provoco diversas crisis y pesadillas, a su vez, me indujo no salir de casa, producto del temor que reinaba en mi día a día. Yo pensaba: ¡perro de mierda! Pero estos insultos mentales eran producidos por que no me percataba en lo que más tarde se transformaría el quiltro de Chile.

Fue así como pasaron algunos meses y me lleve la sorpresa de encontrarme a este perro en mis aposentos, en el cargo de guardián del hogar. De inmediato fue bautizado con el nombre de Pichicho (Picho para los amigos) dejando de lado cualquier tipo de diferencia que hubiéramos tenido en el pasado. A pesar de desconocer la edad del picho, mi familia entendía que estaba en el promedio más elevado de edad en cualquier perro. Por esta misma razón comenzamos a temer por su salud y seguridad. ¡Que tontos fuimos! es que aun no nos percatábamos de los grandes poderes ocultos que poseía el Picho de chile.

Sin importar la alta edad, el nuevo cachupín de La Florida era el alma de la fiestoca y de las suripantas del barrio. Fue así como intentaba hacer lo que fuera para lograr sus básicos instintos vivenciales, junto a gigantes en la materia. Pero no todo era bailoteo para la vida del canino supremo, pues, recuerdo ese mágico momento en el cual dejo su pisada en la luna, al mismo tiempo que introducía la bandera de chile lindo. Sí, como ustedes escuchan, fue el primer perro en pisar la luna para los incrédulos lunáticos.

El canino galáctico, luego de esta extensa expedición y su regreso a la tierra, se encontró con una ingrata sorpresa. Yo estaba encarcelado ya hace seis meses y mi familia no había hecho alguna cosa por rescatarme. El Picho sentía que había que actuar rápido, y así mismo fue, en una operación de 24 horas, junto a su amigo Charquicán, lograron liberarme de las rejas y azotes; aun agradezco en mi corazón este gran gesto hacia la patria.

Finalmente había llegado el momento de volver a casa, pero las cosas no volverían a ser como antes solían ser. Cuando llegamos de regreso a mi hogar, me di cuenta que el Picho había perdido su inmortalidad y ahora era más vulnerable. Fue en ese momento, en el cual decidió dejar sus funciones de guardián para ingresar a casa, siendo ésta la peor equivocación que pudo haber cometido.

En el momento en que ingresó en la habitación de la abuela Ventura, no pudo levantarse nunca más. Quedó lamentablemente postrado para siempre. Era lógico que esta loca abuela, aprovecharía esta situación para utilizar a nuestro líder a su pleno antojo; situación idéntica a como se suscitaron los hechos. Desde ese momento, la abuela usó a nuestro Picho como uno más de su colección de juguetes.

Nosotros ya dábamos por perdida la lucha, justamente cuando inexplicablemente sucedió el milagro que nadie había considerado. Al tercer día de haber caído postrado, el Picho se levantó como si nada, corriendo a las calles. Nunca creí que sus ansias de libertad fueran tantas. Fue parecido al evento de Jesucristo, pero el Picho no resucito al tercer día, sólo se levanto de su guarida. Habíamos vuelto a soñar, justamente en el momento que nuestro Picho volvió a caer pero esta vez, cayó para siempre.

Mi madre me comunicó que era el instante de desaparecer los restos. Mientras la abuela Ventura no se daba cuenta, mi progenitora introdujo en una gran caja al cuerpo inerte del ya fallecido. Con rapidez emergió a la calle, esperando el camión de la basura, para hacer entrega del cuerpo previamente mutilado. Mientras caían las lagrimas del rostro de mis cercanos, se podía observar como se saboreaban los hombres, tal ves por el festín que se darían mas tarde al colocar al Picho sobre la parrilla.

Si ustedes creen que esto acaba aquí, están muy equivocados. Hace poco tiempo, un día de atardecer, luego de volver de clases, me encontré con la sorpresa de que mi madre ya había encontrado al reemplazante, no cualquiera, si no, que se trataba de la Picha. Es la imitación barata de nuestro recordado canino espacial. Tiene los mismos rasgos físicos, junto a una juventud que no poseía nuestro perro chileno.

Esto no puede estar pasando, es una falta de respeto para miles de chilenos que hemos vivido por la obra y gracias de Picho.

Gracias Picho, gracias Chile

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